POR EL AMOR DE UNA MUJER

martes, 25 de enero de 2011

AUNQUE SE ME VAYA LA VIDA EN ELLO...


El inmenso mar nuestro que rodea la sustancia que formamos, ha venido con su materia viscosa a hacer más lamentable el estado de resaca de algunos, que sacan el mayor provecho a la adrenalina de sus cuerpos sedientos de fin de semana, que llegan rendidos al lunes estival, aglomerándose en las ventanillas de la terminal, pareciendo enfermos terminales, sacando pasaje al limbo.
La miro, y su belleza trasciende, aunque no me explico como las desgastadoras trasnochadas no hacen efecto en su rostro, que ya empiezan a surcar algunas arrugas, que sin embargo le vuelven atractiva, la conectan a tierra, pues la porcelana de su cutis la hacía de otro planeta.
El chofer ha acomodado el inmenso armatoste hediendo a petróleo y a baño de a bordo, que un auxiliar contamina con desodorante ambiental, mientras una niña, que debe andar por los quince años vocea la edición vespertina de un diario regalado, mientras los periodistas se mueren de hambre…
Nos veremos el próximo viernes, Dios mediante, cuando las iglesias cierren hasta el sábado, cuando la manzana del 666 hierva de pecado, cuando los autos de Santiago inunden Viña, y cuando las luces de los buques a la gira titilen, la televisión entretenga a los vejestorios, que saldrán a caminar a las siete de la mañana entre los borrachos y drogos, mientras las panaderías humeen, los taxistas noctámbulos se retiren a casa como zombies, y se apaguen los neones de la última ciudad con feeling de este rincón del mun do, mientras 100 kilómetros más al sur se entrenan las lluvias primorosas del otoño chileno…
“Se murió el padre de la nueva ola”, titulan los diarios, en tanto que una imprenta comienza a producir las credenciales para quienes cubrirán el Festival, los artistas descontinuados preparan sus maletas, para iniciar su última gira, Paul Anka se acuerda que el año pasado se acordaron de él, la Feria del Libro viñamarina ya era, y acabo un libro que me deja una sensación vaga sobre la felicidad, la que prometo seguiré buscando, aunque se me vaya la vida en ello………

Publicado por Eduardo Osorio.

jueves, 13 de enero de 2011

¿GARZON O PINOCHET?


Golpeo el teclado, mientras se entretienen los libreros, sacando cuentas de lo que anoche le endilgaron a los que saben de todo menos de libros.
Si un Nathaniel Hawthorne estaba a mil pesos, al lado de un Tres Tristes Tigres de Guillermo Cabrera Infante, y no lo llevaban por lo barato, es que no saben nada de nada…
Afuera, por mientras un vendedor de Origamis, que echaba a volar palomas mensajeras, entre un centenar de cometas, le contaba a la gente, que ese arte no lo aprendió viendo la tele…
Ahora el vendedor de café se abanica entre las mesas cojas, que se equilibran sobre una alfombra remendada, mientras los sueños de los que escriben y no han publicado, se mezclan con las ínfulas de los que bajan del estrado, cocorocos, sacándose fotos firmando ejemplares de sus primores, en tanto que un organillero como chancho en misa, le daba de comer al loro verde selva, que es explotado “ lo mesmo que una res”, sacando galletitas de la fortuna de un cajoncito, en cuyo interior está la vida misma en forma de oráculos, que alguna vez se cumplirán.
Vuelven de nuevo las viejas lectoras de más viejos escritores, que juntan y juntan publicaciones, columnas y cartas al diario, que hoy son noticia y mañana cenizas, y ni eso a veces…
También los novedosos intelectuales de lentes al aire, que anoche soñaron con la literatura, y le hicieron el amor, escribiendo prólogos incendiarios, que se diluyen en la página dos, salvo uno de mil, que habla con el corazón…
Me llama la atención una pluma en ristre, que anota en un rincón en su cuaderno mental, como todos los años en esta misma fecha, y registra hasta las migas que caen de las mesas, por mientras una viejecita, igual a las de los Beverly Ricos, va sacando de una cartera una interminable lista de refranes, y los estaciona en un mesón, y con un chocolate como anzuelo estimula la memoria , cual un rito, de longevas damas viñamarinas, para que le surtan de paradojales frases, que encierran un misterio, hasta que se cumpla la profecía.
Los bañistas trasnochados de la tarde, que buscan en un comic disimular la dureza del colchón de la cama de pensión, la abuela que carga un libro para colorear, el heredero de un italiano, que inventando cuentos saca a relucir el ancestro, ofreciéndolos como una mercancía en el stand más alejado de la puerta, me recuerda a García Márquez, cuya vida en sí es una novela, cuando gritaba a las noches cartageninas su arsenal de leyendas costeñas, cobrando a un peso cada una…
Esta es la Feria, con un par de poetas en el escenario que a la salida me hablan por el micrófono de madrugadas frías, de amores no correspondidos, y de la quinta pata del gato. Pues ésos, esos son los que tienen la culpa, de que no se lea.
Córtenla, la gente quiere historias que nadie crea, utopías, sueños, no dolores, ni quejas…
Hasta mañana….ah, pero antes debo despedirme del ejemplar regalón de la Feria, el libro escrito por el Juez Garzón, que lleva tres años en un stand, a manera de cábala, y no se lo llevan ¿será por el Juez o por Pinochet?....

Publicado por Eduardo Osorio.

domingo, 9 de enero de 2011

La poca calma se mandó cambiar…


La poca calma se mandó cambiar…
Los motores santiaguinos y argentinos, mataron al músculo sobreviviente del año pasado.
Volvió a pasar frente a la ventana de mi depa ese señor que arrienda una casa durante todo el verano una cuadra más allá, pero que nunca he sabido identificar plenamente, salvo que se aparece con los veranos, y desaparece con los otoños. Está igual y parece que los años no lo tocan.
Le sigue como siempre una señora obesa, a la que siempre atribuyo una diabetes por lo gorda y glotona. Su bolsa de compras rebosa mantequilla, bebidas, carne y pizzas.
C”est la vie.
Los primeros días de este 2011 han amanecido nublados, ahumados, con un ejército de malabaristas en cada semáforo, otro de musculines rumbo a la playa, con rostros blancos como una vienesa alemana, y que juegan voley en la arena hasta que anochece…
Sí, si he visto rubias y morenas, castañas y pelirrojas, pero caras, sus caras y no los corazones, que a medida que el planeta se calienta, es más difícil encontrarlos sin contaminar, mientras los Testigos de Jehova, se me atraviesan, los mormones con sus camisas y corbatas pasan indiferentes visitando a los suyos, la misa del padre Quepa, se llena hasta los cuadros del vía crucis, y la colecta sube un resto, mientras los evangélicos piden ayuda para terminar una radio…
La radio, la radio, la eterna radio, toca temas veraniegos de los sesenta, que se me de memoria, y que ayudan a provocar bipolaridad en los que escuchan, generalmente aburridos choferes de colectivos, que calculan sus ingresos tatareando los estribillos de cada canción, mientras obesas señoras, que se han cansado de caminar, los hacen parar con dedos en los cuales ya no caben anillos, y para tomarlos un par de cuadras antes que el mediodía traiga el olor a empanadas de la panadería cercana, que inunda el barrio con olor a cebolla.
Los borrachos duermen a esta hora una mona celestial, son las 9. El diarero abre su kiosko para ofrecer el Mercurio dominical. Una lola trasnochada, que empezó con yerba y terminó con base, se sienta en la vereda prometiéndose a sí misma, casarse, tener un hijo, trabajar y dejar los carretes hasta nuevo aviso…
Mientras, voy a leer mi ejemplar adquirido ayer en la Feria del Libro, que volvió como cada año, con gitanos libreros, sobrevivientes del Iva, consumidores de café, que de aquí irán al norte, con sus cajas cargadas de alquimizadores, soñadores, utópicos cuentos de nunca acabar, que solo cambian de dueño….


Publicado por Eduardo Osorio.