POR EL AMOR DE UNA MUJER

lunes, 1 de marzo de 2010

EL TERREMOTO Y LA MONIX VERDE




El olor de la colonia que usara muchas veces para los 80”, y con motivo de mis post afeitadas, de cuando concurría a mi trabajo en Constitución, en las mañanas heladas y sureñas, como empleado público, y que hoy destapara para comprobar si es el mismo, en un Supermercado donde me abastecía este domingo, me llevó a esos días y a los de hoy.
Antes, mucho antes, y en la mismísima Constitución, veraneó mi padre en los cincuenta, y una fotografía de él muy a la moda, de lentes ray ban, y montado a caballo, antes de casarse, permaneció décadas en su velador, y fue subliminalmente su recuerdo, de cuando ya no estaba, aunque la foto no se donde está ahora.
El fondo panorámico de la misma era una isla en medio del Río Maule, del inmenso Río Maule en realidad, y que hace poco cuenta con puente, pues se cruzó por siglos en balsas, que unos Pinochet explotaron empresarial y dinásticamente (Pinochet es apellido de la zona), hasta que el progreso vino. El caso es que esa Isla era de un hedonismo tal, que ahí se concentraron una semana, éste y como todos los años en febrero, y antes de la fiesta veneciana, con la que clausuran el verano los constitutanos, cientos de jóvenes que carreteando, esperaban el día sábado para rematar con chelas, rhon, porritos, cocaína, bazukos, y alucinógenos el verano, desenfrenado sexo aparte, hasta que vino la inmensa ola y se los llevó a todos….
En Santiago, El Belloto, Mantagua, etcétera, etcétera también, muchos creyeron en el acabo de mundo, y hasta se arrepintieron ( no habría sido gracia de ser así, que éstos últimos hubieran tenido tiempo para arrepentirse y los de la Islita de la Fantasía no, pero ése es otro cuento bíblico aparte…).
Por otra parte, el verano pasado escribí una historia muy a mi manera, (como aseguró Paul Anka para el Festival), de la Isla Juan Fernández, cuyo descubridor, el ilustre marino portugués homónimo, muriera en Quillota a los noventa años y muy prolífico, amén de olvidado por el gobierno de la época.
Bien, esa Isla, “tan cerca y tan lejos de Chile” (título del texto, que espero agarre un Fondart, ¡¡que iluso soy…!!), ya no existe lisa y llanamente como poblado, a excepción de los que como Robinson Crusoe, inteligente él, se sacrificaban caminando hacia arriba, a la falda del cerro, mientras los que murieron o desaparecieron se reían, o peyorativamente o calificaban de indigentes (me consta) por vivír como los pobres, montaña arriba, aparte del consumo exacerbado de alcohol y marihuana de los jóvenes y no tan jóvenes, que junto a la captura de la langosta (indiscriminada y depredadora en todo caso), son las únicas actividades isleñas.
Asimismo, través de la televisión anoche, pude ver a la Lalita, honrosa excepción, (criterio literario aplicado al libro), una mujer que cultiva yerbas medicinales, sobreviviente del holocausto, y que hace un año me advirtió de él, mostrando la destrucción de su casa, pero viva al fin y al cabo.
Coincidencia feroz y lo confieso, lo constituye el viaje de mi hija antes de este maremoto y residente isleña, a la Isla Alejandro Selkirk a 200 kilómetros de allí, denominada Más Afuera , y la que no fue ni “rasmillada” por el tsunami. (Aprovecho de agradecer, a quienes les había confesado mi pena por tenerla lejos, las llamadas de ahora preguntándome por su estado.)
En Haití, antes del terremoto, fetos eran encontrados en tarros de la basura, y ya eran algo desaprensivo y natural en las noticias, no obstante la brutalidad humana implícita, pero sobrevino el cataclismo, y perdí la pista de algo que me llamaba la atención como aquello…
Lo redactado líneas arriba, los acaparadores, los saqueos, la risa mordaz de quienes lo ejercían saludando por la tele, y en Santiago a cientos de kilómetros del epicentro, plasmas, lavadoras y microondas de por medio, me catapultaron esta crónica de la muerte anunciada, detonada por el olor a colonia Mónix verde, lo que me hace pensar que los olores, aromas, perfumes, están innegablemente conectados con los objetos, la memoria, los actos, las personas, la humanidad entera.
Son cosas que me suceden, no se si a tí…..
PLUMA VALIENTE

Publicado por Eduardo Osorio.