POR EL AMOR DE UNA MUJER

domingo, 31 de enero de 2010

LA HORA DEL ADIOS..."Y SE NOS FUE LA FERIA..."

LA HORA DEL ADIOS


En los pueblos del viejo oeste norteamericano, visitados por dentistas nómades, que cruzaban los desiertos y praderas, para llevar sus asepsias y calmantes, dolores mediante, cuando llegaba la hora de partir para seguir con su diáspora, era muy triste el adiós, a pesar de lo que traían aparejado.
Como todas.
Bien, anoche, cuando los escritores del Círculo llegaron hasta el stand, a la hora de la clausura de la Feria, sentí más o menos lo mismo, que cuando veía esas escenas, en el teatro Rex de Llo-lleo, para mis veranos preadolescentes de los sesenta, ¿por qué?...
Pues porque la nostalgia de tantos días de amistad, libros, conversaciones, hasta terapias sociales que cada día el hombre busca en ésas manifestaciones gregarias, se hacía presente en la hora del adiós.
No se querían marchar por ejemplo, Lina y su marido Fernando, que cada día llegaron religiosamente hasta el domicilio librero de Viña por estos días, y junto a su hijo, estuvieron hasta último momento, sin abandonar el recinto a pesar de la instigación de los guardias…
La Sylvita Manterola, de turno este último día, esbozaba una sonrisa, pero no había que analizar mucho para darse cuenta que era de una tristeza enmascarada, y aunque estuvo todo el día atendiendo a quienes llegaban hasta allí, no era el cansancio lo que la cariacontecía…
Hernán Carrasco y su inseparable maletín negro, lleno de tomos y tomos de memorias, ahora, luego de presenciar la última puesta en escena, que protagonizaron en el proscenio central Ricardo Lagos y el “prisionero” Narea, se venía hasta el stand también, para retirar lo que quedaba de sus tan bien considerados “registros de su vida”, pero ojalá nunca lo hubiera hecho…
En fin, todos cual más cual menos, eternos amigos de los libros, afabilísimos con sus semejantes en sus afanes creativos, sorprendentes crooners en las tardes de los martes, lúdicos arquitectos de una vida más allá de la vida, y en cuyas mentes existen y cobran vida gnomos, sirenas, Caleuches, cíclopes, amores platónicos y de los otros, intrigas fantásticas, reinos utópicos, super - héroes y princesas encantadas, y la interminable gama de seres mitológicos que los hacen ser escritores de sueños, estaban apenados, porque a partir de las nueve de la noche como la Cenicienta, debían volver a pisar la tierra , reemprender el camino de vuelta a vidas cotidianas, responsables, metódicas, comunes y corrientes, para lo que justamente no nacieron, y el “hasta la próxima” caló hondo, fue una ironía, una daga que cercenó el espíritu.
Pero que diablos, hay que buscar el consuelo, en el teléfono de quien respira literatura, y que agregué a mi lista de conocidos este año, en el mail de los escritores socios del círculo, prestos a socorrerte ante la depresión de la no inspiración, a volver a los martes del Palacio, a apoyar a la Paty Benavente, que este primer semestre bicentenario sacará su libro, a abrirle el camino a Hernán que ya viene con el bichito de su cuarto tomo, a reconocer el logro de la Mari Tere Barros, a escuchar lo que nos tenga preparado la María Eugenia, a tirar líneas para la “El día del Libro”, y a decirle a Juan Pablo Peuriot que se pasó de colaborador en esta Feria, a Sergio, al mismo Gabriel que vendió tanto su libro, a Marcos que como herido en el campo de batalla, prácticamente de aquí se fue al quirófano…
Para colmo como diría mi hermana amiga de las muletillas oportunas, inoportunas per se, era de noche, caían las hojas, se instaló un viento norte, que traía nubes, la luna llena desapareció de nuestra vista, el locutor empezó a agradecer a “quienes hicieron posible…”, la gente comenzó a retirarse con algunos precios de liquidación más por lo baratos que por lo que significaban, se desarmaban los escaparates, se apagaban las luces, para luego tomar la última micro, pues ya el último café era solo el sabor agridulce de la cafeína en la garganta, había que abrigarse, y por último desconfiar de nuevo, pues el tráfago del resto de la humanidad, a la salida los esperaba para absorberlos con sus veleidades, vicios, y lucha por sobrevivir…pero solo hasta la próxima feria.

PLUMA VALIENTE.







Publicado por Eduardo Osorio.

lunes, 18 de enero de 2010

EL VENDEDOR DE ORIGAMIS

Me lo encontré a la salida de la Feria del Libro.
Concita a la gente la Feria, donde llegan hasta linyeras, buscando una
monedita…sin embargo…el de apellido belga, el rubio “mormón de campo”,
como lo describe su adláter, no es cualquiera.
Vende origamis que él fabrica, y se instala a pasos del acceso, seguro
de llevarse parte del morbo veraniego.
Hay que ver como en un par de minutos le da vida a grullas, monos ,
perros y acaso al más bello corazón que ví latir en mi vida…
Sucumbo hipnotizado al mediodía de este enero caliente, y me instalo a
observar las bellezas que salen de sus manos, que increíblemente no
tienen precio.
“El arte no tiene precio” me reafirma.
Una caja de zapatos deformada por la infinidad de veces que ha
servido de “caja fuerte”, aguanta monedas en su vientre a la voluntad
del “caserito”.
Mientras Claudio, quien se desembarazó de la tensión inicial dándome
su nombre hace dobleces, pliega, y le da un escupo virtual al papel
satinado, tal como Cristo al ciego, para que empiecen a correr por su
feudo lúdico las más atrevidas y cabriolescas ocurrencias papeleras,
la familia Miranda se aglutina.
Albricias, el mundo sigue girando, pero para nosotros se detuvo frente
al Origamista.
“Papirofléxico”, como él se hace llamar.
Los enamorados, por Libertad bajo los plátanos, paran de arrullarse,
los dependientes telefónicos miembros de nuestra sociedad que dicen
Aló todo el día con su inseparable rectángulo que tira al aire
ringstones rebuscados , se desentienden de su interlocutor, los que
van cabeza gacha al Servipag a cumplir con los diez mandamientos,
mientras sus acreedores los destruyen a intereses, los niños que tiran
del brazo de sus mayores para allegarse al zoológico más fabuloso,
todos llegan, cual seducidos por este flautista de Hamelin rubio y de
chapas rojas, que se nota ha pasado mucha hambre entre otras
tribulaciones, para entrar a un mundo, que tan sencillo (una sábana en
el suelo con los monos), sólo su imaginación esperaba para detonarse
al primer vistazo.
Claudio, no recuerdo tu enredado apellido, hijo de algún loco
tripulante, que te procreó en una noche de parranda seguro, y de tu
madre, alguien bien chilena por lo que se ve, te escribo ahora, que
es lo que mejor se hacer, a ti que quedaste almacenado en mi máquina
saltimbanqui con tus manos dándole vuelta a los “asuntos”,
abstrayéndote y abstrayendo, que hiciste felices a los muchos que
guardan la imagen, viven del ego, o para él, caminan sin mirar,
respiran como adultos, teniendo un niño dentro, y hasta a los que
dependen de una mirada, un beso, o una caricia para vivir, abolidos de
corazones tiranos, que creyéndose patrones feudales, y sapientes y
sabientes de sus afectos esclavos, les martirizan.
A ti amigo, te dedico esta nota, porque estás regalando vida y
emoción, a veces hasta por una moneda de diez pesos, creo que ni con
mil pagarían lo que les haces sentir, ahí, a la salida de la Feria,
con tanto y tanto monstruo literario dentro, en los anaqueles, y que
no “bajan de 5 mil”..¡por Dios que envidiosos deben de
estar!!...acuérdate que la vanidad es parte nuestra, y tus monos
definitivamente la ignoran, amigo mío.
¡¡Ese es el secreto, y estuve a punto de develarlo!!.

PLUMA VALIENTE