POR EL AMOR DE UNA MUJER

sábado, 24 de octubre de 2009

LA BELLEZA DE LAS PALABRAS....Por Alvaro Medina.


La belleza de las palabras


La gemología es la ciencia, arte y profesión de identificar y evaluar gemas. Nosotros somos gemólogos de las palabras. Debemos ser capaces de evaluarlas y saber seleccionar las más apropiadas para nuestro objetivo. Un joyero puede ser además gemólogo. Eso puede convertirlo en un mejor profesional y artista, capaz de elegir metales nobles y gemas. Con ellos y su talento podrá confeccionar una joya. Nosotros trabajamos con materiales mucho más corrientes que casi todos conocen desde la infancia. Nuestra tarea debe ser mucho más humilde y trabajosa que la de un joyero. Necesitamos ser artesanos, obreros de la palabra para que con nuestro esfuerzo tenga un nuevo brillo.

Una palabra puede ser un ágata (como diría Erick Pohlhammer). Veamos un solo ejemplo: Manantial. La unión de sus letras produce una cadencia especial por el juego de m y n mezcladas con la vocal a, produciendo finalmente un sonido cristalino al unirse las vocales ia a la letra l final. Si una sola palabra puede ser bella, con mayor razón una frase y desde luego un verso. ¡Pero cuidado! Nosotros no debemos transformarnos en joyeros. Una joya es únicamente una unión armoniosa de elementos caros y escasos, destinados a cautivar a quien la posea o admire. Es bella per se. Un poema u otro escrito en prosa no puede contentarse con ser bello. Debe tener un contenido. La palabra debe estar al servicio de lo que se quiere decir, sin adornos ni brillos a simple vista.

Todo esto me ha surgido a raíz del poema Daga damasquina de Nicolás Zimarro, que afortunadamente nada tiene que ver con el Cisarro. Que me perdonen los poetas por mi atrevimiento de opinar sobre poesía, género que poco conozco. Volvamos al poema citado. En él no hay reflejos áureos o de gemas. Su lenguaje está libre de adornos. Es descarnado, duro, preciso y lo más importante, está al servicio de lo que el poeta nos quiere mostrar. ¿Podemos negar que es bello? Lo es desde luego, pero eso lo sentimos, una vez que el poema es captado por nuestra mente. Es decir, su belleza que parecía oculta o inexistente, aflora.

Las palabras son hermosas, sobre todo cuando las seleccionamos con esfuerzo y paciencia, pero su belleza no puede limitarse a dar brillos en la superficie. Las palabras deben formar parte de un todo y estar al servicio del autor capaz de decirnos algo.

Álvaro Medina A.
Publicado por Eduardo Osorio.

1 comentario:

Marcos dijo...

Alvaro,
creo que la belleza tanto en prosa como en poesía está dado por un cnjunto de cosas: Palabra, frase, musicalidad, que expresen el contenido en forma bella.
Saludos
Marcos