POR EL AMOR DE UNA MUJER

lunes, 15 de junio de 2009

LOS "ESOTERICOS" MARTES DEL PALACIO CARRASCO...



Aunque los martes,dada su creencia campesina original, eran el día menos indicado para embarcarse o emprender cualquier gestión, le admiraba a él, un antiguo empleado municipal, y celador del Palacio Carrasco, un palacete en realidad, porque un Palacio como dijo un “piojo resucitado” vuelto del exilio, “era otra cosa”, le admiraba digo, que los escritores ésos, los con la pinta rara, ésos, ese grupo de hombres y mujeres, que casi no hablaban cuando llegaban por las puertas que casi se cerraban ya a eso de las siete, y el Palacio se apagaba, y para darle sólo vida a la habitación dedicada a ellos, se reunieran ese día.
Los veía llegar como una secta hermética, término éste último amadísimos lectores, que pongo en la mente de él para describir la idea del grupo que él tenía, más no la definición exacta.
Tendrían al fin, al ser descritos por uno de sus iguales, que coincidir en que grupo hermético, era lo más apropiado porque al fin lo de “secta” no iba con ellos.
Todo este preámbulo para reconocer en el omnipresente empleado, que se tenía que quedar hasta las 10 más o menos de la noche y cada noche de martes en especial, su admiración por ellos, cuando le tocaba presenciar uno de los más particulares desfiles, a que hayan lugar en un templo de la cultura.
Las puertas de la sala aquella, que permanecían cerradas, pero en cuyo interior había más "luz", que la que pudiera emitir una Torre de Babel, dotada de luminarias, no dejaban escapar ninguna de las palabras, frases, comentarios, o conversaciones que el grupo pudiera originar, y eso le extrañaba, de cuando la primera vez, realizó su turno de noche, y él cual solicitaba después voluntariamente, pues la "diáspora" ésta , a la cual ya me referiré le dejó "dependiente" de su “cortejo”.
Claro, de un momento a otro, los guardadores de la cultura moderna, y moderna, no entendida como la acepción que le daría un concesionario de automóviles, o una importadora de notebooks, si no que moderna, como historia de la cultura propiamente “moderna”, o sea desde la segunda mitad del Siglo XIX en adelante, salían casi en tropel, luego del cónclave, y que era lo que tenía más intrigado a don Jacinto Marmaduque.
Claro, la singular gama de particularidades como : "martes", "grupo", y "secreto" en sus trámites, era lo que lo tenía obnuvilado.
Sin duda, algo de ocultismo había en aquella "junta", que sin embargo nunca le provocó rechazo, si no que al contrario mucha admiración.
Veamos : bellas damas, algunas muy elegantes, y otras muy “cassuals” en su forma de vestir, pero no por ello descuidadas.
Bellas de rostro, y las que no, con características físicas sacadas de películas italianas, quizás, y refiriéndose estrictamente a aquellas, que don Jacinto había visto en el Cine Arte de Viña del Mar, recinto al cual también tenía acceso gratuito, debido al porte de una credencial que lo distingía justamente como “trabajador de la cultura consistorial”.
Les decía amados lectores, que la salida al patio Central del oscuro, por razones de economía y crisis, edificio, cautivarían a cualquiera, y con mayor razón a aquel "guardia-sereno".
Los hombres ahora, eran de tal aspecto y morfológicas variedades, que cautivarían a Adler y sus fenotipos : gordos, delgados, bajos, altos, rubicundos, miopes y no tanto, pero distraídos los más, misteriosos los otros, y lo que (era que no) llamaba la atención del viejo empleado per sé.
De éstos, había uno en especial, que siempre llegaba atrasado, portando un vistoso maletín negro, que se balanceaba al ritmo de su brazo derecho, y él cual parecía “ebullir” de papeles.
Papeles por cierto, que tendrían alguna utilidad en las Juntas aquellas, pensaba don Jacinto, pues se notaba que si este señor no asomaba por allí, como que la “gallada” no cuajaba todavía.
También estaban los que no aparecían sagradamente cada martes, y que cuando lo hacían, se dejaban notar estrafalariamente como para que se dijese : ¡¡”mira ahí viene fulanito, puchas que bueno. Viste que viene gallo. No seas pelador pues!!.
En fin, toda una fauna, que me guardaré de describir por respeto a este espacio o columna, que también es de ustedes, pero sí, como finalizando la lata, les contaré que a don Jacinto le fascina este conciliábulo como lo que más, también porque por las conversaciones que sostienen a la salida de su “aquelarre” martiano, de dos en dos o de tres en dos, etcétera, demuestran sin proponérselo, que su norte, su ruta de vida, es la cultura, y los libros, en cualesquiera de sus manifestaciones, estilos, autores, temáticas, prosa o poesía, en fin.
Pero el leit motiv, es ése.
Y “jamás de los jamases”, dicho éste que don Jacinto Marmaduque tenía muy pegado desde su época de infancia cuando jugaba a la pelota por allá por Yungay, al interior de Chillán, y que dada su condición de “pata de fierro” al jugar a pata pelada por lo fuerte que le daba a la de cuero, “jamás” justamente había errado un tiro penal, y por lo que le decían el “Penalazo”, había visto tal devoción por esos amasijos de papeles, llamados libros.
Bueno, entonces, que mejor forma de definir la admiración que el sentía por este grupo, a ojos vista tan sui-géneris, que podía estar horas y horas, hablando entre sí de libros y de sus escritos, produciendo como una usina, una energía, pero de cultura… (Continuará...)

1 comentario:

Marcos dijo...

Cofradía hermética de adoración a la palabra.
Saludos